Hoy os dejo una entrada rápida que trata de un consejo muy básico (sobretodo para la temática de este tipo de blog).
Ese consejo es para todos y todas a la hora de enfrentar un problema de salud. Si nos paramos a pensar, hay tres motivos básicos por los que evitamos ir al médico:
1) Pereza (en menor medida).
2) Miedo: con la esperanza de "ya se curará solo".
3) Vergüenza: probablemente la causa más abundante.
Ante la pereza no hay mucho misterio, en cuanto al miedo debemos pensar que el dolor no nos cura, al contrario, es un aviso de que algo no marcha bien y debemos solucionarlo (nada de automedicarse).
Pero con la vergüenza hacemos pleno, ¿por qué? porque pensamos que lo primero que hará el facultativo que nos atienda será juzgarnos, y nada más lejos.
Los sanitarios (todos en su conjunto) responden ante el juramento hipocrático de su profesión, dicho juramento (muy a grandes rasgos) se resume en atender a cualquier paciente sea de la raza, religión, sexo, condiciones que sea, y no juzgando su calidad de individuo.
Nuestro deber es ayudar y curar al paciente, no juzgar lo que haya hecho (siempre se puede aconsejar, pero eso dista mucho de reprender a alguien).
Sea cual sea vuestro problema, no dudéis en acudir al médico y explicarlo todo con lujo de detalles, aunque parezca mentira y se desee obviar, el más mínimo detalle puede abrir la puerta al diagnóstico, y por lo tanto, a la recuperación.
Si en cambio, os encontráis ante una persona que no os atiende correctamente y os trata sin educación, tenéis el pleno derecho de levantaros e iros, y buscar otra persona que os atienda adecuadamente.
Recordad, vuestra salud es lo primero, el cuerpo es único y debe duraros toda la vida. No tengáis miedo ni vergüenza de acudir al médico, una vez todo solucionado, lo agradeceréis profundamente.
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